Cómo la visión de alto rendimiento mejora el deporte: ejemplos reales y entrenamiento visual

 

A veces, las historias curiosas que encuentras por ahí acaban llevándote a reflexiones inesperadas. El otro día, leyendo una noticia, me topé con algo que me sacó una sonrisa: ¿sabías que Einstein, sí, el genio de la relatividad, era un apasionado de la navegación a vela?

Lo sorprendente es que, a pesar de ser un crack de la física, no se le daba nada bien orientarse en el agua. De hecho, cuentan que lo tuvieron que rescatar más de treinta veces porque se perdía o se metía en situaciones complicadas. ¡Más de treinta!

Y claro, no pude evitar pensar en cómo esto se conecta con el mundo de la visión y el deporte.

Visión, equilibrio y rendimiento deportivo: una conexión clave

La navegación, como muchos deportes, requiere algo más que conocimientos técnicos. Necesitas integrar bien la información visual con tu equilibrio y orientación espacial. En el mar, donde el suelo se mueve constantemente y el horizonte cambia, si tu cerebro no procesa correctamente esas señales, te desorientas enseguida.

Este ejemplo sirve para entender cómo, en el deporte, la visión va mucho más allá de ver nítido. Hablamos de visión deportiva como esa capacidad de procesar el entorno, anticiparse a los movimientos y coordinar tu cuerpo de forma eficiente.

No se trata solo de tener buena agudeza visual:

-Es la forma en que integras la visión con el equilibrio.

-Cómo calculas distancias y velocidades.

-La manera en que anticipas los movimientos de tus rivales o compañeros.

-E incluso, cómo reaccionas ante cambios imprevistos del entorno.

La visión deportiva se entrena

En disciplinas como el fútbol, el baloncesto, el tenis o incluso en la carrera a pie, la calidad de tu visión influye directamente en tu rendimiento. Por ejemplo, cuando corres, tu sistema visual te ayuda a mantener el equilibrio, anticipar obstáculos y decidir cómo realizar cada apoyo para ser más eficiente.

En la terapia visual deportiva, precisamente, trabajamos todos estos aspectos: no solo corregimos posibles errores refractivos, sino que evaluamos cómo se integran los sistemas visual, vestibular y motor para que tu cuerpo reaccione de forma ágil y precisa.

Y ojo, que no estamos hablando solo de deportistas amateurs. Cada vez son más los atletas de élite que integran la terapia visual en su preparación para rendir al máximo nivel.

Un ejemplo claro es Carolina Marín, campeona olímpica de bádminton. En un deporte tan rápido como el suyo, la capacidad de anticiparse al movimiento del volante es clave. La velocidad de reacción, el enfoque rápido y la coordinación ojo-mano son habilidades que se pueden entrenar con terapia visual, y en su caso, han sido determinantes para mantenerse en la élite mundial. Durante su proceso de rehabilitación por lesiones, su equipo técnico implementó ejercicios de doble tarea para ayudar a su cerebro a desviar la atención del dolor y mejorar su rendimiento táctico y emocional, combinando tareas físicas y cognitivas que refuerzan la integración visual-motriz.


Otro caso interesante es el de Illia Topuria, luchador de artes marciales mixtas. En este tipo de deporte, la percepción de la distancia, la anticipación de los movimientos del oponente y la rapidez de reacción son fundamentales. Un pequeño retraso en la respuesta visual puede marcar la diferencia entre esquivar un golpe o recibirlo, en un deporte donde la percepción y la velocidad de reacción son vitales.


Si practicas deporte y quieres llevar tu rendimiento al siguiente nivel, quizá es el momento de revisar cómo está funcionando tu visión más allá de las gafas o lentillas. 😉

 

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